Por Clovis Díaz de Oropeza F.
Ni el anticolonialismo español, muy elevado durante la Guerra de la independencia, que culminó con el surgimiento de la República de Bolivia en 1825, ni la actual etapa indigenista que gobierna el Estado Plurinacional en las primeras décadas del Siglo XXI, ni cualquier otro evento de tipo nacional, han logrado adormecer los lazos de sangre, históricos, culturales y familiares que unen a Bolivia con España.
Calles, plazas, edificios, lugares, costumbres, vestimenta son herencia de España. En particular el dulce idioma español que escribimos y hablamos, nos suena tan natural como si fuera desde siempre nuestra pertenencia, aún por encima de los idiomas nativos.
En Bolivia, el idioma oficial es el español. Libros de escuelas, colegios y universidades son muestra fehaciente de la importancia del bello idioma y de las profundas relaciones con la Patria de Cervantes. Veamos por ejemplo el término “cabildo”, utilizado por las autoridades españolas en América desde el Siglo XVI, continúa empleado en la actualidad, año de 2023, insistentemente por las etnias bolivianas.
En torno al Cabildo, deciden sus políticas locales, regionales y no existe mejor concepto. La indumentaria española, es otra herencia que, con pequeños cambios, ha llegado hasta nuestros días. La vestimenta de las cholitas, pollera, sombrero, manta (y antaño botines), sigue con fuerte y renovadora presencia, igual sucede con la vestimenta de las diversas clases sociales bolivianas.
En fin, en Bolivia la cultura y la Historia, giran en torno a nuestra relación de siglos con España. Es mutua nuestra pertenencia entre Bolivia y España, país al que nos sentimos ligados históricamente y que, el anticolonialismo en este particular tema, es una cuestión aparte porque no lograría en siglos, restar ni mellar la amistad y querencia entre ambas naciones.