Por Clovis Díaz de Oropeza F.
Al finalizar el Siglo XIX y comienzo del Siglo XX, nuestra patria cargaba las consecuencias de la enajenación de su litoral por Chile y la pérdida del Acre, desde entonces en poder de Brasil. Pese a que gozaba de excelente economía por el alto precio de la plata, Bolivia llevaba clavadas en el corazón esas dos siniestras heridas.
En aquel contradictorio escenario de pérdidas territoriales y de mejoría económica eventual por la venta internacional de plata, nació EL DIARIO, fundado el 5 de abril de 1904, por José Carrasco Torrico, en La Paz, sede de gobierno y la ciudad más concurrida de Bolivia.
Imaginamos aquel espacio histórico, estampado por reyertas entre liberales y republicanos, que se turnaban en el manejo del gobierno de Bolivia, época de las primeras vías férreas por las que transitaba el ferrocarril uniendo a moros y cristianos en las estaciones repletas de personas esperando a familiares y también colmadas de viajeros con su equipaje, listos para abordar las potentes locomotoras. Años en que viajar en el tren fue símbolo de cierto estatus.
Imaginamos a José Carrasco, trabajando en el primer número de EL DIARIO, en alguna imprenta de la época, con los linotipistas tecleando las notas y acompañados por el ruido que hacían al manejar con destreza y gran velocidad, los diferentes “tipos” de letras que, una por una, iban formando palabras, oraciones y, en suma, el texto a publicarse.
Imaginamos la salida de EL DIARIO a las calles de La Paz, con los primeros voceadores, llamados “canillitas” porque usaban las “canillas” para correr y vender las ediciones impresas del matutino.
Veloces tibias que dieron vida al primer Sindicato de canillitas reunido desde el amanecer en lo que hoy conocemos como la “Casa de EL DIARIO” en la Calle Loayza de nuestra ínclita Ciudad de La Paz.
Sin importar el frío o la lluvia, los voceadores gritaban a pulmón abierto ¡EL DIARIO¡, venta matinal que, para ellos y sus familias, significaba ganar el pan de cada día.
El matutino se agigantó en cada edición y fue creciendo a nivel nacional porque siempre abrió sus páginas a la intelectualidad boliviana, sin mirar posiciones ideológicas ni políticas.
Si hiciéramos un recuento minucioso de páginas y suplementos encontraríamos notas de un célebre Franz Tamayo, de una gran poetisa como Alcira Cardona y, por supuesto, de conocidos políticos que, en 119 años, publicaron su pensamiento y su enfoque personal en todos los temas habidos y por haber.
En cuanto a ilustradores y caricaturistas, EL DIARIO es un emporio que nos muestra las firmas de Don José, Rod Bal y el gran dibujante y actual autor de “Afiches”, Lusbel.
El material fotográfico, por su gran variedad y óptima calidad, podría relatarnos momentos especiales con personajes especiales.
Las publicaciones de EL DIARIO, almacenan 119 años de Cultura, Historia y política de nuestro país y no hay un referente nacional que posea tanto material que, por supuesto, es histórico.
De la fundación del destacado matutino por José Carrasco, a la actual directiva integrada por Jorge y Antonio Carrasco, se repite la invariable vocación de defender la causa nacional que es Bolivia.